Ciberagentes luchan contra los pedófilos:

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El suboficial tiene cara de adolescente, de integrante del Grupo Terna, y se llama Kenyi Quispe. Paradójicamente, es uno de los más antiguos aquí; lleva un lustro trabajando en la Divindat. “Los casos son realmente fuertes”, enumera los abusos de niños, niñas y adolescentes (NNA) que ha tenido que presenciar online para hacerse pasar como un usuario más de las redes.

“Hay actos sexuales que incluyen torturas, el uso de objetos. Todo con el fin de grabarlos y comercializarlos”. Kenyi conoce el modus operandi de los pedófilos. Se llama grooming, una máscara virtual que llenan de inocencia y bondad. A muchas de las víctimas las captan por los juegos en línea o el modelaje, en el caso de las niñas.

“Yo te puedo hacer ganar más puntos, ¿quieres?”, es la invitación que lanzan muchos pedófilos. ¿Quieres? Primero, lo invitan a conversar en un chat privado, donde también pueden compartir archivos; se van ganando la confianza; preguntan cuál es su Facebook o Instagram; sacan información sobre los padres. Los ciberagentes saben que los pedófilos no escogen a cualquiera.

Kenyi cierra los puños. Recuerda el caso de un adolescente de 17 años que no tenía padres y vivía con sus tíos. “Cuando ven que el adolescente o el menor no está protegido o no tiene a nadie, ellos se ganan esa confianza; les brindan todo, afecto paternal, cariño. Es ahí donde actúan”. Es el paso que los agentes de la Divindat llaman “el abordaje”. El agente Quispe lo ha visto muchas veces: “Cuando el menor reaccione, el pedófilo entrará en modo chantaje. Pedirá más fotos y videos en posturas, poses. La ola del chantaje seguirá en ascenso. El menor a veces se aísla, no sabe a quién contar y queda a merced del pedófilo”.

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