Policía rehen dijo «Ya me están echando gasolina»

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Arequipa. “Ya me están echando gasolina”, llegó a decir en medio de sollozos, el policía que el último domingo fue tomado como rehén por un grupo de manifestantes en el distrito de La Joya en Arequipa. Lo dijo cuando se produjeron las negociaciones entre las autoridades y sus captores, quienes pedían la liberación de 5 retenidos a cambio de entregar al suboficial.

Los hechos se desataron en esta localidad arequipeña alrededor del mediodía del domingo 22 de enero cuando la Policía intentó desbloquear la vía Panamericana Sur, a la altura del kilómetro 48. En ese contexto, los policías intervinieron a ciudadanos y ese fue el detonante que llevó a los manifestantes a acudir a la comisaría de El Triunfo para exigir que los liberen. Los ánimos se caldearon, los protestantes reclamaban y lanzaron piedras, la Policía respondió con bombas lacrimógenas y disparos de perdigón. El enfrentamiento continuó, el grupo amenazó con tomar la comisaría e incendiarla. Usaron bombas molotov y piedras.

Policía como rehén

A las 16.30, la Defensoría del Pueblo recibió varias llamadas de alerta de lo que ocurría en la Joya. Una de ellas la hizo el coronel Carlos Urbina que alertaba de que un policía estaba tomado de rehén. Urbina le dio el número telefónico del oficial retenido al representante del Defensor del Pueblo, Angel Manrique. Este llamó y le contestó uno de los captores. Ahí comenzó la negociación. Duraron cinco horas.

Las conversaciones se desarrollaron pese a los enfrentamientos que continuaban en la comisaría. En total, 22 personas, entre civiles y policías resultaron heridos. Seis de ellos, con heridas de bala, están internados en el hospital Honorio Delgado Espinoza.

No fue fácil negociar el canje. Para la Policía era degradante liberar detenidos por un oficial. Conforme avanzaban las horas , los manifestantes se mostraban impacientes.En la tercera hora de negociación llevaron la situación a otro nivel. Le echaron gasolina al policía y amenazaron con quemarlo. Señalaban que su pedido era claro: que liberen a los retenidos en la comisaría, entre ellos un menor de edad. A cambio, ellos entregarían al suboficial.

Al borde de las 20.00 horas, el sacerdote de La Joya, José Caselli, llegó al lugar donde estaban los manifestantes, a 400 metros de la comisaría. Había recibido llamadas de pobladores, la Defensoría del Pueblo y policías y sabía que al efectivo policial ya le habían rociado combustible.

El sacerdote describió que la situación fue sumamente difícil, debido a que no había una cabeza visible entre los manifestantes y todos gritaban. “Tenía el corazón en la boca”, dijo a La República.

Convencidos

El sacerdote contó que el policía había sido retenido vestido de civil y los manifestantes estaban convencidos que dos personas habían muerto producto de disparos de la Policía. Esto último lo habían visto por redes sociales. El hecho de que supuestamente haya civiles fallecidos los enardecía.

Aunque el religioso estaba en el lugar, en todo el momento que dialogó con los manifestantes, no vio al policía sino hasta el momento del canje. Otro grupo lo tenía en un lugar diferente. El sacerdote detalló que la comunicación con quienes tenían al policía fue telefónica, los raptores hablaban a través del celular del efectivo con el sacerdote. Fueron llamadas constantes, con ellos, con el representante de la Defensoría del Pueblo y con los mandos policiales para el acuerdo. Ninguna de las partes quería ceder.

«Ellos (el otro grupo de manifestantes) estaban a una distancia que yo no podía ver. Cuando hablaba por el teléfono y les decía: quiero ir donde estas, no me contestaban (…) Eso me hacia pensar que ellos estaban en un lugar un poco diferente», contó el sacerdote.

Para ese momento, el enfrentamiento en la plaza, al frente de la comisaría ya había cesado. Ya habían llegado refuerzos de la Policía y el Ejército.

La República pudo conocer que fue el jefe de la División Policial de Orden y Seguridad, coronel Carlos Urbina, quien mostró la mayor disposición de llegar a un entendimiento, al ver que la vida del efectivo policial corría peligro.

Mientras tanto el sacerdote hacía reflexionar a los ciudadanos si realmente querían concretar sus amenazas. «Si tenemos una visión sobrenatural, fue un diálogo que lo hizo el señor (…) De alguna manera fue como un acto de paz», dijo. Además, notó que a los efectivos les faltaba la capacidad de no reprimir, incluso mientras se llevaba adelante el diálogo, uno soltó un disparo en la plaza, su superior le llamó la atención.

Finalmente, se pudo llegar al acuerdo y el canje se produjo, los manifestantes exigían que los policías suban a la calle en pendiente por donde estaban, sin armas. Los efectivos llevaron a los cinco retenidos y con el sacerdote en medio, les fueron entregados y el policía liberado. «Fue muy dramático, tanto llanto, tanto disparo», dijo.

Sacerdote intermedió en Tía María

El sacerdote José Caselli, quien lleva 14 años como religioso, contó que el domingo en La Joya fue al lugar de los enfrenamientos, ya sin miedo a las balas y a los ataques. No era la primera vez que iba a ser mediador en un conflicto. Cuando estaba en Cocachacra, también intervino en el conflicto desatado por el proyecto minero Tía María.

Llegó a La Joya hace un año y un mes para ser el vicario parroquial. Esta vez intervino en la negociación, en la que finalmente ambas partes cedieron.

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