SALVEMOS A LA QUEBRADA “YUMANTAY”
SALVEMOS A
LA QUEBRADA
“YUMANTAY”
Salvemos a la quebrada Yumantay, los “humanos” la siguen matando. El gráfico evidencia que la vulnerada cuenca, antes de los años 60 era totalmente navegable; obviamente que no existían los asentamientos humano Santa Clara, San Fernando, Bella Vista, San Juan de Miraflores, 9 de Octubre, Micaela Bastidas, Las Mercedes, además de la salvaje Ganso Azul, hoy denominada Maple Gas, empresa principal contaminante de la quebrada.
La foto de este bote motor fue captada recientemente en la mencionada quebrada; 3 de febrero 2025, a la altura de la improvisada alcantarilla de la calla Prolongación Alfonso Ugarte, por el colegio La Shapajita, la que prueba que aún, al pasar los años y a pesar de su sistemático cierra de su cauce, sigue siendo navegable en época del aumento de su caudal, a raíz de las constantes lluvias en la zona.
Cuando era totalmente navegable, esta otrora preciosa quebrada, Pucallpa ya existía, solo que su expansión poblacional llegaba hasta la altura del jirón Salaverry, seguido de chacras con bosque alto.
Esta quebrada, que ahora es una cloaca, gracias a la mano de obra del hombre; de las autoridades en complicidad de los moradores de los asentamientos humanos arriba mencionados, nace de grandes aguajales que ahora también se extinguen, que están en la jurisdicción del distrito Yarinacocha, Manantay, Callería y Campo Verde.
Don Nemesio, sangre de la desaparecida etnia Campa, llegó a la “ciudad” de Pucallpa, desde su natal laguna Imiría, para instalarse en el también desaparecido Barrio Iquitos, y con su ahorro de la venta de Paiche, se compró un batelón, con lo que navegaba al puerto de la plazuela Reloj Público para hacer sus compras y surtir su bodega de abarrotes.
Los fines de semana, los domingos, Don Nemesio, desde la boca en la quebrada Manantay, surcaba a remo la quebrada Yumantay, llegando a la altura que ahora son asentamientos humanos en Callería y Yarinacocha. En su travesía, el nativo Campa, que ya estaba en proceso de mestizaje, compraba a los lugareños yuca, papa morada, aves de corral y con su retrocarga (escopeta) cazaba animales silvestres, como venado, añuje, majas, pucacunga, pava de monte, entre otros, además recolectaba a su paso leña de ramas de capirona y renaco.
En los años 70, aún las aguas de Yumantay era limpias, algo de saludables, donde los niños y adultos iban al “renacal”, sí se lo llamaba, por la abundancia de árboles de renaco en toda su extensión, donde se divertían bañándose y colgados de los árboles se soltaban a las cristalinas aguas; amén de los mayores que cargaban sus baldes para llevar agua a la casa.
Ya nada queda de la productiva recordada y hermosa Yumantay, los “humanos” nunca la han querido, nunca la han apreciado, nunca se dieron cuenta a que existía, porque la envenenaron, la envenenan, la vulneraran, la hirieron y la siguen matando. (Colaborador: W La Torre)