María: La lucha de una madre por recuperar a su hijo

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María, una mujer oriunda del caserío Saposoa, Calleria, Coronel Portillo.Es una mujer que día a día lucha por recuperar a su hijo mayor de las drogas. Hoy nos contó su drama y el coraje que le pone a cada detalle con su “Guapo” como le llama de cariño.

Ella quedó embarazada días antes de graduarse como docente, y debido al rechazo de su familia, tuvo que venirse junto con su pareja a Pucallpa, creció y vivió en Iquitos. Ella resalta que vivían en una casa humilde y sencilla en donde no tenían grandes comodidades, pero tenían lo suficiente para estar bien, vivían con lo necesario en el A.H Magdalena en Manantay.

En su postura, en la forma en que habla, se nota la tenacidad y la fortaleza que la caracteriza. A medida que va avanzando con el relato, deja ver su lado débil, Josué. Su hijo mayor que, desde que era un niño de 13 años, entró en el mundo de las drogas.
Josué, terminó su primaria en la I.E Estella Mazarollo y su secundaria en Marko Jara Schenonne. Estudio una carrera en una universidad de Pucallpa y se perfilaba a ser un próspero abogado.Sin embargo, sus sueños se han visto truncados por una mala decisión:Las malas compañías desde infancia y los malos amigos que le tocó en su camino, cuyos compañeros lejos de ayudarlo, hoy le dieron la espalda completamente.
La voz de María, se corta a medida que nos cuenta su historia y sus ojos se enlagunan por el sentimiento que le causa recordar a su hijo. Para ella, él siempre fue un buen niño, un joven aplicado en la universidad en donde se caracterizaba por ser líder, pero en ocasiones resultaba ser negativo, pues solía incitar a sus compañeros a hacer también cosas indebidas, cómo hurtar una laptop o un celular y billetera con dinero en efectivo.
Nos relató que a medida que Josué crecía, el sufrimiento de María también. Comenzaron las conductas que, ante los ojos de ella, resultaban sospechosas. Se empezaron a perder cosas de la casa. Para ella, fueron los primeros signos de que su hijo estaba en malos pasos. Un día ella le confió a su hijo la plata de la pensión mensual de la universidad; Josué llegó a casa, horas después, diciendo que se la habían robado, pero para María era evidente que todo era mentira.
Investigó y supo que él lo había tomado para consumir alcohol y drogas. Cuando le llamó la atención, este casi la golpea, así que tomó la decisión de pedirle que sea internado en un albergue para ayudarlo a recuperarse y así, puede reinsertarse en la sociedad, pueda trabajar y ser alguien en la vida, pero su niño “bueno”, no acepto, se fue de casa a los pocos días. Huyo, ella denunció su caso, por desaparición.
María trabaja en una municipalidad en limpieza pública. Es costurera y tiene un pequeño taller en su casa, no culminó su carrera de enfermera. Con lo que gana, ella lejos de comprarle cosas a sus demás hijos, hace lo que cualquier madre haría, va hasta el cruce de los jirones Huaraz con Franchini, detrás de un colegio particular cerca de la Centenario con Colonización, para darle un plato de comida a su hijo, pues él, ya ni la reconoce, las drogas le han afectado mentalmente. Llora por esto, sólo pide a Dios que pronto lo recupere y vuelva a su casa.
Y mientras ella lucha sola con la situación de su hijo, se enfrenta con frecuencia a discusiones con su esposo por la falta de interés que él tiene por apropiarse de la situación de Josué. María también siente la necesidad de proteger a su hijo menor, Rodrigo, de todo este conjunto de situaciones nocivas para un niño, que en ese momento no entendía lo que estaba pasando y lo único que creía era que su familia lo había dejado de lado por estar pendiente de su hermano mayor, pue su segundo hijo también estaba cayendo en las drogas y en el pandillaje, pero logró recuperarlo.
“He callado por mucho tiempo. Sufrí y sigo sufriendo. Pero tengo la obligación de seguir luchando por recuperar a mi hijo. Cuántas noches en las comisarías cuando él fue detenido en oportunidades, pero no me arrepiento. Di todo de mí para educarlo, darle un techo, le enseñe a trabajar y le di educación, pero por las drogas se alejó de mí y aquí sigo luchando por él”, declaró entre sollozos María, quien nos pide proteger su identidad, pero nos contó para que su caso sirva como reflexión.
Para María, es fundamental la educación en nuestros hijos, pero mucho más fundamental es la presencia, el acompañamiento de los padres y ser sus mejores amigos. No dejarlos solos, no dejarles ventajas y no darles todo. “Creí que dándole todo, sería un mejor hijo. A veces nos equivocamos, pensé que darle todo a su alcance como materiales, cosas que no tuve, iba ser bueno para él, pero le afecté y hoy Josué sigue en las calles, consumiendo, hurtando y eso me afecta todos los días”, finalizó, diciendo que pronto someterá a su hijo a un albergue, espera verlo renacer. (Miller Murrieta)

 

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