¿Son un peligro las manchas rojas de los huevos?

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Las claras y yemas de los huevos aparecen, de tanto en tanto, manchadas con unas motas rojizas. Ciertamente son desagradables, y a muchos les pueden parecer incluso repugnantes, pero no representan el más mínimo riesgo para la salud.

No significan ni que el huevo esté en malas condiciones, no son indicativas de falta de frescura ni afectan para nada a su valor nutritivo.

¿Qué son entonces? Simplemente restos de sangre debidos a la ruptura de algún vaso sanguíneo o pequeños pedazos de tejido que el propio huevo ha arrastrado en su proceso de formación, en cuyo caso son también de color marrón o blanquecino.

Hay quien rechaza los huevos que las tienen porque existe la creencia popular de que es un signo de que el huevo ya ha sido fecundado. Pero no es más que un falso mito y no se trata de un proyecto de pollito.

Aunque no pasa nada si se ingiere, es preferible quitarlo antes de consumir el huevo. Hay que hacerlo con un tenedor, cuchara o cuchillo con cuidado para no romper la yema si se va a preparar un huevo frito.

Por qué están en la clara o en la yema

La situación de la mancha, que puede estar en la clara o en la yema, tiene una explicación. Esto se debe a que la ruptura de la venita se ha producido en el interior del ovario. Mientras que la que aparece en la clara, procede del oviducto, que es el conducto que van recorriendo los óvulos mientras se desarrollan.

Este puede llegar a alcanzar hasta 70 centímetros de longitud en las gallinas adultas, y el huevo tarda un cierto tiempo en recorrerlo mientras se va formando hasta completar la cáscara antes de la puesta.

Los ovarios de las gallinas están repletos de esos diminutos vasos sanguíneos y no es extraño que alguno de ellos se rompa durante el proceso.

Aunque pueda parecerlo, la presencia de esas marchitas rojas no es demasiado frecuente, se calcula que las tienen entre el 1 y el 3% de los huevos comercializados, porque en las revisiones que se hacen en los centros de selección suelen retirarse los que las tienen muy evidentes, y ya no llegan al mercado.

Los huevos rubios tienen más motas que los blancos

Resulta curioso que los huevos rubios, procedentes de gallinas de color, tengan una mayor incidencia que los blancos: un 18% de los primeros frente a un escaso 0,5% de los segundos.

De todas formas es muy posible que la diferencia entre unos y otros se deba a que las motas son mucho más fáciles de detectar en los huevos blancos que en los rubios.

La comprobación del estado del interior de los huevos que se lleva a cabo en los centros de producción y comercialización, se hace mediante la aplicación de una luz brillante que permite ver el interior del huevo a través de la cáscara, que es translúcida.

Lógicamente, es más fácil ver a través del blanco que del tono más oscuro y por eso algunas de las manchas, si son suficientemente pequeñas, pueden pasar desapercibidas.

Tampoco es de extrañar que aparezcan con más frecuencia en huevos ecológicos, procedentes de pequeños productores que no tienen la capacidad de realizar esas operaciones de control de forma tan precisa.

En cambio, se cree que, en general, son más habituales en gallinas de granjas intensivas. Las gallinas están sometidas a un mayor estrés, que es una de las causas por las que se cree que se forman estas manchas.

No es el único motivo. También la edad de las aves tiene su influencia en la cuestión. Son más comunes en las mayores, que están a punto de terminar su ciclo fértil, y en las que apenas comienzan a poner.

La nutrición de los animales condiciona el tamaño, color y otras características de los huevos, incluida la aparición de manchas. La falta de vitaminas A, D y K, la escasez de agua y el estrés pueden provocarlas, así como la genética.

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